INMOBILIARIA EN TENERIFE
El tamaño de una vivienda es uno de los factores más importantes a la hora de determinar su precio de venta, pero no es el único elemento a considerar. A continuación, exploramos cómo los metros cuadrados y otros aspectos relacionados pueden influir en el valor de una propiedad.
Los metros cuadrados útiles, que se refieren a la superficie habitable real, son clave en la valoración de una vivienda. Un mayor número de metros útiles tiende a aumentar el precio de venta, ya que ofrece más espacio para el comprador. Sin embargo, la calidad y distribución de esos metros también cuentan. Según expertos en tasación, una casa bien distribuida y con mayor superficie útil suele tener un precio superior en comparación con otras más pequeñas o mal distribuidas.
Uno de los métodos más utilizados por los tasadores es la comparación con propiedades similares en la misma zona. Si tu vivienda tiene más metros cuadrados que la media de la zona, su precio puede aumentar significativamente, siempre y cuando exista demanda para propiedades más grandes. En zonas donde la oferta se centra en viviendas pequeñas, una casa más grande puede atraer a un nicho específico de compradores y, por lo tanto, elevar su valor.
El valor por metro cuadrado también varía mucho dependiendo de la ubicación. En zonas urbanas, donde el espacio es más limitado y los precios por metro cuadrado son más altos, incluso viviendas de menor tamaño pueden alcanzar precios elevados. Por otro lado, en áreas rurales o menos demandadas, una propiedad más grande no necesariamente garantiza un precio más alto.
El tamaño no es solo cuestión de metros cuadrados. La eficiencia de la distribución y la funcionalidad del espacio son igual de importantes. Una vivienda de gran tamaño pero con una distribución poco práctica podría tener menos valor que una más pequeña pero bien diseñada. El número de habitaciones, la presencia de más de un baño o la inclusión de espacios abiertos y luminosos son elementos muy valorados por los compradores.
Aunque el tamaño es un factor clave, otros aspectos también juegan un papel importante. La antigüedad del edificio, el estado de conservación y las reformas recientes pueden aumentar el valor de una vivienda. Además, características adicionales como la orientación (sur, que proporciona mayor luminosidad), la eficiencia energética y las zonas exteriores, como jardines o terrazas, pueden tener un impacto positivo en la tasación.
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